Vinícolas by Raul Aleixandre

Uno de los mejores restaurantes de Valencia, avalado por dos Soles de la Guía Repsol y el Premio Nacional de Gastronomía al Mejor Jefe de Cocina en 2004. El chef Raúl Aleixandre, formado en las cocinas de grandes restaurantes como elBulli, el Celler de Can Roca, Mugaritz o Martín Berasategui, revolucionó la cocina valenciana y obtuvo la primera estrella MICHELIN de la ciudad con su antiguo restaurante Ca’Sento. Aleixandre tiene cuatro obsesiones: la innovación técnica aplicada a la gastronomía mediterránea tradicional, la excelencia del producto, la búsqueda de nuevos ingredientes de la despensa valenciana y los frutos del mar. El resultado: recetas de primerísima fila que, tras una aparente simplicidad, esconden una complejidad extraordinaria.
PRECIO MEDIO. 85 €

Vinícolas by Raúl Aleixandre se ubica en la nueva zona del puerto, en un edificio moderno de una planta que combina acero, cristal y madera, con un comedor minimalista, elegante y luminoso que cede todo el protagonismo a las vistas al mar y al edificio Veles i Vent. Su otra joya: la amplísima carta de vinos escogida con mimo y ojo clínico por el jefe de sala y sumiller José Miguel Bartual.

Vinícolas es un restaurante muy seguro y fiable. Aquí siempre se come bien. También es cierto que siempre se come muy parecido. A fuerza de repetir sus grandes éxitos Raúl Aleixandre se ha convertido en un clásico. No es nada malo. En absoluto. Uno nunca se aburre de lo bueno. ¿Cómo se va a aburrir uno de la soberbia cigala en costra de sal o de esa maravillosa ortiga de mar finamente rebozada que alcanza tamaños enormes? Seguimos comiendo el rosejat de fideos que es la fideuà más sabrosa que se ha hecho nunca (con una crujiente costra de socarrat que marca la diferencia) y ese pescado (a veces rape, a veces cabracho o lo que la lonja mande) con vinagreta de piñones. Entre tanto clásico, de vez en cuando Raúl nos ofrece algo que aún no hemos probado. Este año, por ejemplo, un espárrago tibio con naranja y anchoa. Es muy difícil encontrar un pero a un plato de Raúl. Para empezar es imposible cuestionar el producto. Compra mucho en la lonja de València (la tiene a 500 metros), pero no sólo allí. Tiene una red de proveedores tejida durante décadas que saben que para él solo vale lo mejor. Luego está su mano de cocinero. Esa que exhibe un buen gusto y una elegancia incuestionable. Imposible encontrar un aderezo excesivo ni una guarnición mal puesta. Mucho menos un pescado fuera de punto o una incongruencia creativa. En la sala se exhibe la misma rotunda seguridad. Serenidad, eficiencia, tranquilidad y cercanía. Además, tiene una de las mejores cartas de champanes de toda España.

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